La padrina y yo

Desde aquí envío un saludo muy fuerte a mi padrina, o repadrina, que se llamaba Fermina y hoy es su santo.
Sé que desde algún lugar puede verme y oírme y seguir diciendo que soy lista y especial. Si eso ya lo dice una abuela, como todo el mundo sabe, ¡qué no dirá una repadrina, y qué no seguirá diciendo, allá donde esté!
Cada día pido hablar con ella por teléfono, después de hablar con el padrí y la yaya. No me la quieren pasar, dicen que no es posible. Pero no saben que yo sí tengo con ella un canal de comunicación secreto.

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